Si bien hace unos minutos comentábamos Posesión Infernal, film debut de Sam Raimi, en este mismo blog, no podíamos dejar pasar la oportunidad de hablar sobre la secuela que llegó seis años después: Terroríficamente muertos.
Visto el buen resultado que Posesión infernal dio en taquilla, y en opinión, Sam Raimi volvió a colocarse tras las cámaras para dirigir la secuela, Posesión infernal 2, a la que oficialmente se tituló Terroríficamente muertos (Dead by dawn en idioma original).
Aquí, Ash, el personaje de Bruce Campbell, acudía al bosque a pasar un fin de semana con su novia. Un fin de semana sabático que se veía frustrado cuando, accidentalmente, Ash y la chica presenciaban en vídeo unos pasajes grabados del "Necromicon", libro antiguo que ya pusiese en peligro al grupo de jovenes en la primera entrega. Así, la novia de Ash se convertiría en un demonio, iniciando una nueva terrorífica experiencia para el personaje de Campbell.
Mientras que Posesión infernal nos ofrecía dósis de sangre y diversión, Terroríficamente muertos elevaba todos estos elementos a un nuevo nivel. La segunda entrega logra, sin dudas, superar lo que se nos brindó en la entrega original, además de hacernos ver la saga de otra forma.
Terroríficamente muertos se toma aún menos en serio que su predecesora, cosa que sienta muy bien al tono del film. Raimi consigue hacernos "vibrar" de nuevo con una eléctrica segunda entrega, que difícilmente sería superada por cualquier entrega posterior.
Campbell repite su papel como Ash, personaje que ya interpretase en Posesión infernal, en un papel que le viene como anillo al dedo, y que consigue una presencia mucho mejor que en el film original.
El apartado visual sigue en la línea de Posesión infernal, lo que hace más propio el ya de por sí notorio tono "indie" de la cinta. Terroríficamente muertos vuelve a brindarnos el maquillaje y la sangre de su anterior film y, por tanto, la misma diversión.
En definitiva, Terroríficamente muertos es un excelente largometraje, que sienta las bases del inconfundible tono de la saga. Una brillante secuela que resulta una especie de "segunda visión" del primer film, pero que a la vez posee ese característico tono de segunda parte. Parece que con Raimi, "segundas partes nunca fueron buenas" no es del todo verdad.
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