sábado, 10 de enero de 2015

'Posesión Infernal'. Infernalmente divertida.

Una de las piezas de la Serie B más reconocidas es Posesión Infernal (titulada The Evil Dead en idioma original). La película que le sirvió a Sam Raimi (que posteriormente dirigiría la trilogía Spider-Man) para saltar a la fama se ha convertido en una de las películas de culto más famosas a nivel mundial. 

No es para menos, puesto que Posesión Infernal es una de las obras más relucientes del cine sangriento.


Estrenada en el año 1981, Posesión Infernal tenía tras sus cámaras a un joven e inexperto Raimi, que se enfrentaba a su primer largometraje con un presupuesto muy ajustado, y un reparto (por aquel entonces) desconocido, que incluía entre sus caras al hoy famoso Bruce Campbell.


La película nos contaba la historia de un grupo de jovenes que decidían ir a pasar un fin de semana en una cabaña oculta en un espeso bosque. Los sucesos que ocurrirían dentro de la cabaña pondrían al grupo de amigos al límite, presenciando cosas que jamás pensaron que podrían presenciar, al realizar la lectura de un libro maldito.

La trama de Posesión Infernal es considerada una de las tramas más brillantes del cine, pues la idea es algo que hemos visto en repetidas ocasiones, pero Raimi consigue dirigir el guion por un sendero que se aleja de otros productos, creando su propia "cara"; su propia identidad.


La mayor ventaja de Posesión Infernal es que no se toma a sí misma en serio. A pesar de ser un film de terror en toda regla, el tono rebelde y alocado del film consigue plasmar la talentosa mente de Raimi perfectamente. La cinta es un largometraje independiente brillantemente construido, y que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo.

Posesión Infernal no cuenta con el mejor maquillaje que podrían haber presentado (esto se debe en gran parte al reducido presupuesto con el que contó la producción del film), pero esto es disimulado por una trama inteligentemente construida a lo largo de todo el film, cuyo universo se vería posteriormente expandido con la magistral secuela Terroríficamente muertos, que consigue elevar el listón (ya de por sí, alto) que dejó la primera entrega.


Bruce Campbell consigue una actuación locamente maravillosa, que dota al film de más vida de la que, ya de por sí, tiene.

En definitiva, Posesión Infernal es un entretenimiento sin precedentes, grotesco, loco,  terrorífico y violento. Un más que digno debut para un ingenioso director.

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